Introducción
Este monasterio fue fundado el 25 de Enero de 1571 por Santa Teresa de Jesús. En él vivió los últimos quince días de su existencia la santa andariega; en él, en una pequeña celda de la parte baja del monasterio tuvieron lugar los solemnes momentos previos a su encuentro con el Señor y en ella murió un cuatro de octubre de 1582.
Aunque Teresa vivió con reconocida santidad por los caminos de España, podemos decir que es a partir de su preciosa muerte, cuando comienza su gloria. Aquí se conserva su cuerpo incorrupto, y a su lado dos de sus reliquias más insignes: el brazo izquierdo y su corazón.
Por ello, este Carmelo es conocido en el mundo entero y es ruta obligada de peregrinos y turistas y lugar de cita ineludible para tantos amigos y discípulos de Teresa, que quieren beber junto a la Maestra de oración de la misma fuente que ella bebió.
A pesar de las vicisitudes históricas que ha atravesado esta villa ducal a lo largo de estos cuatro siglos, y de que las religiosas de otros conventos se vieron forzadas a salir de los mismos, nunca las carmelitas tuvieron que abandonar el monasterio. Esta comunidad fiel heredera y depositaria de los deseos más ardientes de Teresa, hizo las gestiones para que sus hermanos los carmelitas descalzos fundaran en la Villa, y, con ellos, ha estado plenamente dedicada a promover su culto, y a acoger a cuantos hasta aquí se acercan.
Son notables la portada del Monasterio, con el magnífico escudo de los fundadores entre las imágenes aconchadas de San José y San Pablo, y, la de la Iglesia, en la que interesan, como elementos principales, la artística Anunciación de Ntra. Señora, en el centro, el Padre Eterno en el cuerpo superior semicircular, presidiendo y confirmando el anuncio del Angel a María, y, en el ático coronado por la Cruz, una cartela de piedra, grabada con el siguiente texto: "A gloria de Dios Nuestro Señor y de Nuestra Madre la Virgen María el señor Fracisco Velázquez y la señora Teresa de Layz su mujger hicieron esta iglesia dotaron este convento diéronle lo que poseen".
Iglesia de la Anunciación
La Iglesia consta de dos partes bien diferenciadas: la primitiva, que llega hasta el púlpito, y el crucero y presbiterio, de estilo barroco, con sus correspondientes retablos.
La Iglesia primitiva de la década de 1570- incluía exclusivamente el primer tramo de la actual Iglesia y la bóveda tardogótica del siguiente tramo, que correspondía a la capilla mayor del primer templo. Existe una cierta continuidad entre los muros de la Iglesia y los del convento y casi podemos adivinar que la Iglesia se adosa a las posesiones de los Velázquez, buscando una mínima coherencia estructural entre uno y otro edificio. Los datos de los constructores de esta primitiva Iglesia, señalan a Pedro de Barajas como el autor de la pequeña nave y de la capilla mayor y también del cuerpo bajo de la portada del templo y de la portada del convento. A este nombre deben añadirse los de Murguía, más Alonso Delgado y Juan García como autores de las tapias del cuerpo de la nave y de la capilla del monasterio, y el de Pedro Sánchez como autor de toda la obra de la carpintería.
En el actual interior del templo es preciso hacer un mínimo esfuerzo intelectual para reconstruir la estructura de la primitiva Iglesia: el espacio de la capilla mayor cubierto por una bóveda nervada con combados y claves ornadas que indican la vinculación hontañonesca de Barajas, se cerraría con un testero presumiblemente plano ante el que se levantaría el altar mayor.
A ambos lados de esta nervada capilla mayor se dispusieron el sepulcro de los fundadores al lado de la Epístola (originariamente estaba en el centro de la capilla), y al del Evangelio, los coros conventuales, en uno de los cuales recibirá sepultura el cuerpo de Santa Teresa de Jesús.
Delante de la capilla mayor se levanta una pequeña y sencilla nave en la que únicamente se abrían los huecos sepulcrales de los Galarza y de los Ovalle Ahumada (la hermana pequeña de la Santa y su familia). Esta nave mayor se cubría originariamente con una armadura sencilla en forma de artesa sin decorar, que hoy no es visible por estar cubierta con un techo de yeso. Todos los sepulcros son de finales del siglo XVI, obra del citado Juan de Montejo, que sería también el autor de la parte superior de la portada.
Como a partir de su canonización en 1622, el culto de Santa Teresa fue en aumento, pronto constataron que la pequeña iglesia conventual era insuficiente para acoger a tantos peregrinos como acudían a venerar sus reliquias, y se hizo necesario un agrandamiento de la misma.
El crucero, cimborrio, capilla mayor y camarines son obras incluídas en lo que se ha llamado "la Obra Real" por lo generosamente que colaboraron en su realización el rey Felipe IV y su esposa, Dª María de Austria, con otros devotos y admiradores de Santa Teresa.
Se realiza de 1670 a 1680 y es debida al P. Juan de San José, uno de los mejores tracistas que había entonces entre los Carmelitas Descalzos. Las reformas debieron ser muchas en la zona de la cabecera en las que además fue preciso hacer una doble y muy amplia sacristía conectando los espacios de los antiguos coros con los nuevos espacios corales.
La obra la inicia el cantero Juan de Sandalíbar. El contrato para su ejecución lo firman en Madrid, en 1673, Juan de Lobera y Alonso de Castro y Castillo. Terminadas las sacristías, el crucero, la cúpula y la capilla mayor, se instalaron los retablos, obras los colaterales de Fray Francisco de Jesús María y el central traído según la tradición desde Duruelo. Las pechinas de la cúpula, decoradas con motivos teresianos, son obra de Francisco Rizi y están terminadas en 1674.
La definitiva configuración del espacio de la cabecera, se efectuará a mediados de la siguiente centuria, cuando por iniciativa de Fernando VI se traslada el sepulcro a lo alto del altar mayor, en un arco que comunica la Iglesia con el llamado Camarín alto. Para lo que es preciso rehacer casi totalmente la calle central del retablo.
Carlos III colocó en el centro del nuevo retablo el 13 de octubre de 1760 la urna de mármol negro jaspeado que contiene a su vez otra de plata con el cuerpo de la Santa. Espléndidas donaciones, una y otra, de su hermano Fernándo VI, fallecido el año anterior, y de su esposa, Dª Bárbara de Braganza. El sepulcro es debido a Jacques Marquet (1759), el arquitecto francés que el Duque de Alba había traído a España y había pasado al servicio de la Corona. Y se realiza de acuerdo con los postulados estéticos del momento.
Las pinturas del retablo del altar mayor y la Anunciación del retablo del lado izquierdo del crucero, se atribuyen a Diego González de la Vega. El lienzo de la Virgen del Carmen amparando a los carmelitas está firmado por el mismo. De José Flipart spn los lienzos de San Francisco de Paula y San Fernando que decoran el muro de la derecha de la nave de la iglesia.
El monasterio
Santa Teresa, en el libro de Las Fundaciones narra el complicado proceso que llevó a la fundación de Alba, debida como es sabido al mecenazgo de Francisco Velázquez y su mujer Teresa de Laíz y a la intervención como mediadores de Juana de Ahumada, hermana de la Santa y su marido Juan de Ovalle.
Tras no pocas negociaciones, el 25 de enero de 1571, se traslada el Santísimo Sacramento con lo que se considera iniciada definitivamente la vida conventual.
Atrás quedaban varios intentos y negociaciones encaminados a lograr rentas suficientes para el convento y adecuar para la comunidad las que fueron casas principales de los fundadores y otras que compraron para tal fin.
Ante esta reja del locutorio del monasterio de las MM Isabeles de la Villa, quienes la cedieron más tarde a este Carmelo, firmaron las escrituras del convento Santa Teresa y los fundadores: Dª Teresa de Laíz y D. Francisco de Velázquez. Cuando los Contadores de los Duques, que residían en Salamanca, vinieron a establecerse en Alba de Tormes, vió asombrada Teresa de Layz en su propia casa, un patio con un pozo exactamente iguales a los que ella había visto en un sueño que tuvo en Salamanca, donde además, junto al pozo, se le había aparecido San Andrés, santo de su devoción. Ante este suceso, de acuerdo con su marido, cedieron su casa de Alba para monasterio de las Descalzas, con otras fincas colindantes, pues ya tenían acordado con Santa Teresa donarle la fundación. Un pozo y un corredor, recuerdan el episodio del sueño de Teresa de Laíz. La reja del muro pertenecía al locutorio del convento de las MM. Isabeles de la Villa. Ante ella firmaron las escrituras del monasterio, el matrimonio Velázquez y Teresa de Jesús.
Al fallecer y ser enterrada en este monasterio Santa Teresa de Jesús, tanto el monasterio como la Iglesia están marcados continuamente por el recuerdo de su presencia. De su tiempo y utilizados por ella se conservan el locutorio, el refectorio, las escaleras, el coro primitivo, las celdas de la enfermedad y de la muerte, la huerta, pieza de las campanillas, sala de paso a la entrada del convento para acceder a la portería, a la celda de la muerte, al claustro y en tiempo de Santa Teresa a la escalera de la enfermería.
El antiguo patio del monasterio se remodeló en la última mitad del siglo XII para construir el claustro que comunicase las distintas dependencias del convento. En esta remodelación desapareció el arbolillo seco que estaba junto a la celda de Teresa y a la mañana siguiente a su muerte apareció cubierto de flores.
Se conservan dos escaleras del tiempo de Santa Teresa. La llamada de la cueva, por existir en ella una pequeña imagen de Nuestra señoña con esta advocación y la llamada de la enfermería que fue la que utilizaron las hermanas para trasladarle de la celda de la enfermería a la celda en que murió. Esta sala, convertida después de agrandar la Iglesia en sala de paso para el nuevo Coro conventual, fue en tiempos de Santa Teresa el llamado Coro alto o principal. Se conserva la reja de madera y el último comulgatorio que Teresa usó en su vida. ("El día de S. Miguel, 29 de septiembre de 1582, después de comulgar, se echó en la cama para no levantarse más", nos dirán reiteradamente quienes relataron los últimos días de Teresa).
En el Refectorio las hermanas habitualmente comen en silencio mientras oyen una lectura o música. En las fiestas el silencio deja paso a la comunicación fraterna y la alegría tan propia de los conventos teresianos. Varias mesas son del tiempo de Santa Teresa. Ella se sentaba en la mesa que preside.
En una celda de la planta baja del monasterio, que se ve a través de una ventanita, quedó instalada Santa Teresa cuando llegó a este convento de Alba de Tormes, gravemente enferma, el 20 de Septiembre de 1582, hacia las seis de la tarde. El sábado, 29 del mismo mes, a petición propia, le trasladaron a otra celda de la planta alta que da a la iglesia, detrás de la reja que se ve debajo del coro, en el centro superior del muro frontal. Desde esa celda oyó misa el domingo 30, y, consciente ya de su gravedad, en esa misma celda de la enfermería alta, se confesó el martes, 2 de octubre, por la mañana. Esa misma mañana por orden de los médicos le llevaron de nuevo a la celda de la planta baja. En ella, el día 3, a las cinco de la tarde, recibió el Viático, en una intensa vivencia espiritual; y la Extremaunción, por la noche. En esa misma celda expiró Santa Teresa de Jesús con un crucifijo en las manos, mientras el reloj del monasterio daba solemnemente las nueve de la noche del día 4 de octubre de 1582. Estas dos celdas han sido posteriormente reconvertidas en oratorio la de la planta baja, y en pequeño coro la de la enfermería alta.